Tradicionalmente las embarcaciones contrabandistas han sido apresadas al abordaje, operación que en la mayoría de las ocasiones, como podemos presumir, no es nada fácil. La dificultad de tomar una presa al abordaje varía principalmente en razón del estado del mar, del porte y la velocidad del buque contrabandista, y de la resistencia que opongan sus tripulaciones, entre otros muchos factores.
Este pequeño artículo quiere ser un homenaje a la tripulación de la “L.V.R.-I” en particular, pero sirve además de botón de muestra del arrojo con el que en general afrontaron los funcionarios del S.E.V.F sus actuaciones. Han pasado los años, pero los hombres del ahora S.V.A. se entregan de igual manera cuando llega la hora de abordar un buque.
La crónica de este apresamiento procede de una fuente externa al S.E.V.F., como es el veterano diario “El Faro” de Ceuta, en su edición del sábado 16 de marzo de 1.968, y que a continuación transcribo punto por punto.
Este pequeño artículo quiere ser un homenaje a la tripulación de la “L.V.R.-I” en particular, pero sirve además de botón de muestra del arrojo con el que en general afrontaron los funcionarios del S.E.V.F sus actuaciones. Han pasado los años, pero los hombres del ahora S.V.A. se entregan de igual manera cuando llega la hora de abordar un buque.
La crónica de este apresamiento procede de una fuente externa al S.E.V.F., como es el veterano diario “El Faro” de Ceuta, en su edición del sábado 16 de marzo de 1.968, y que a continuación transcribo punto por punto.
“Captura de una Veterana Lancha Contrabandista”.
La “LYNA”, de 105 toneladas de peso neto, fue abarloada y reducida por la “L.V.R.-1” (10 toneladas) del Servicio Especial de Vigilancia Fiscal. La embarcación apresada llevaba 598 cajas de cigarrillos extranjeros valoradas en tres millones y medio de pesetas.
El Servicio Especial de Vigilancia Fiscal acaba de apuntarse un nuevo éxito más a los muchos conseguidos, con la captura de una veterana lancha contrabandista que, con el nombre de “Lyna” y bandera panameña, transportaba como mercancía ilegal 598 cajas – con cincuenta cartones cada una – de cigarrillos extranjeros, valorado todo ello en tres millones y medio de pesetas.
Tan extraordinario servicio fue llevado a cabo por la tripulación de la lancha “L.V.R.-1”, que empleó toda la valentía para atrapar a una embarcación diez veces superior en volumen, rapidísima, con la oscuridad de la noche como aliada. Fue una tremenda lucha de David contra Goliat, en la por último se llevó “el gato al agua”, o mejor dicho, sacándolo de ella hasta el muelle España, la más pequeña de las dos lanchas.
TRAE MALA SUERTE CAMBIAR DE NOMBRE
“Lyna”, con sus 105 toneladas de peso neto, 30 metros de eslora, con dos potentes motores de 750 caballos cada uno, de rapidísimo andar, con un puente blindado, navegaba silenciosamente con las con las luces apagadas, a escasa distancia de la costa, sus seis tripulantes – tres españoles y tres extranjeros –, perforaban con la mirada las tinieblas. Hacía muy poco tiempo que habían salido de Tánger con dirección a Malta y una carga de 598 cajas de tabaco rubio. La embarcación, una antigua lancha torpedera alemana, estrenaba nombre. Durante muchos años había campeado en sus costados el nombre de “Hiltrauder”, conocido entre las más veloces lanchas contrabandistas. ¿Qué número hacía este viaje llevando contrabando?. Cualquiera lo sabe. Lo cierto es que este era el primero con el nombre de “Lyna” con el que había sido rebautizada. Medio año de inactividad, tiempo empleado para una reparación a fondo, y como remate, el disfraz del nombre en los costados, como queriendo borrar una dilatada vida dedicada al contrabando con las conocidas letras de “Hiltrauder”.
Poco se imaginaban el dueño y tripulantes de la “Lyna” que el cambio de nombre les iba a traer mala suerte. Primer viaje y definitiva captura. Captura que no fue nada fácil, por cierto.
NO HAY ENEMIGO PEQUEÑO
Serían las cuatro de la mañana, madrugada del viernes 15 de marzo, fecha adversa para la “Lyna”. Ya había rebasado la punta de Calamocarro y los tripulantes extremaban la vigilancia por hallarse cerca del puerto de Ceuta. El que vigilaba el radar descubrió la pequeña lancha que se acercaba a toda velocidad y que dejó entrever su silueta sobre las aguas. ¡Una lancha del Servicio Fiscal! No cabía duda. Las conocían demasiado bien. Aún estaba algo distanciada, por lo que la “Lyna”, casi con desprecio, al observar la pequeñez de su enemiga, de un golpe en la rueda de timón viró bruscamente intentando poner aguas por medio. Pero la “L.V.R.-1” había adivinado la maniobra. De nada le valió el brusco viraje a la lancha gigante que todavía seguía menospreciando a su perseguidora. Sin hacer caso a las señales de detención que partían de la “L.V.R.-1”, puso los motores a toda revolución alejándose en zig-zag. Parecía que llevaba imán en sus planchas, porque la pequeña perseguidora acortaba distancia ostensiblemente. Fue media hora de tremenda persecución. Al ver el camino cortado por aquella lanchilla que cortaba las aguas a velocidad del diablo, la “Lyna” intentó acercarse a tierra y ganar sus tripulantes la tierra a nado. No lo consiguió, ya que a la velocidad de quince millas por hora, desde la cubierta de la “L.V.R.-1”, los hombres del Servicio Especial de Vigilancia Fiscal, con gran riesgo, saltaron sobre la “Lyna”. Ellos mismos tuvieron que bajar a las máquinas y parar los motores. Los contrabandistas se habían refugiado en el puente. Poco después, las dos embarcaciones se encontraban amarradas al muelle España. Había acabado un servicio más de estos infatigables vigilantes del Estrecho. El Servicio Especial de Vigilancia Fiscal contabilizaba en su haber un éxito más. David había vencido a Goliat.
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