Juan Pardo San Gil ha tenido la gentileza de informarnos sobre creación de la nueva página WEB http://www.marinavasca.eu/es dedicada a la marina vasca en los años de la Guerra Civil Española. La misma solo cabe calificarla de muy interesante para todo aquel amante de la historia naval.
La WEB es tan agradable, como bien organizada, pudiéndose localizar en ella fácilmente gran cantidad de datos e imágenes. Igualmente es de alabar el detalle de ofrecer la descarga de su libro “La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi (1936-1939)”, texto que considero extraordinario y excelentemente documentado, hasta el extremo de, no solo detallar los buques, si no también sus tripulaciones.
En esta página podemos encontrar algunos datos e imágenes de gran valor sobre las antiguas embarcaciones de la Compañía Arrendataria de Tabacos.
Desde este blog le quiero expresar mi más sincera enhorabuena por su trabajo, y agradecerle su amable colaboración.
La WEB es tan agradable, como bien organizada, pudiéndose localizar en ella fácilmente gran cantidad de datos e imágenes. Igualmente es de alabar el detalle de ofrecer la descarga de su libro “La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi (1936-1939)”, texto que considero extraordinario y excelentemente documentado, hasta el extremo de, no solo detallar los buques, si no también sus tripulaciones.
En esta página podemos encontrar algunos datos e imágenes de gran valor sobre las antiguas embarcaciones de la Compañía Arrendataria de Tabacos.
Desde este blog le quiero expresar mi más sincera enhorabuena por su trabajo, y agradecerle su amable colaboración.
En la imagen superior, embarcaciones del tipo "crucero" de la C.A.T. en los astilleros de la SECN de Sestao en 1923.
Los párrafos siguientes están extraídos del libro “La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi (1936-1939)” de Juan Pardo San Gil.
7.3. Los Carabineros de Mar
Si la presencia de marinos vascos fue importante en la Marina Republicana, aun lo fue más en la Flotilla de Carabineros de Mar, una reducida y casi desconocida unidad, organizada a mediados de 1938, en un momento crítico para la República (329).
Después de la evacuación del Frente Norte se había presentado al Gobierno de Euzkadi, instalado entonces en Barcelona, un nutrido grupo de oficiales y marineros que había servido anteriormente en la Marina de Guerra Auxiliar o en la Marina Mercante vasca. El Gobierno Vasco puso enseguida este personal a disposición del Gobierno de la República. Durante un tiempo se realizaron gestiones para destinarlos a algún barco de la Armada, pero la Marina no se mostró receptiva a la idea. Las gestiones continuaron después ante otros departamentos del Gobierno. En abril de 1938, las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo por Vinaroz, cortando en dos el territorio republicano y aislando a Cataluña del resto del territorio leal. Entonces surgió la idea de organizar un servicio marítimo que permitiera enlazar las dos zonas y trasladar de una a otra personal, correspondencia oficial y algunos suministros.
El máximo impulsor de esta idea y de que se utilizara para este servicio a los marinos vascos sin destino fue el comandante Juan Victor Echevarria, un socialista bilbaíno, comisario político de la Dirección General de Carabineros. Echevarria consiguió que su propuesta fuera aceptada y el servicio se adscribió a la Jefatura Central de Transportes del Ministerio de Hacienda y Economía que dirigía en aquella época el comandante Julio Tomas de Rementería, bilbaíno también, quien sería sustituido a fines de 1938 por el coronel Manuel Fresno Urzay.
Los marinos vascos ingresaron entonces, a partir de mayo de 1938, en el Cuerpo de Carabineros, siendo asimilados en función de su categoría profesional a los grados de capitán (capitán mercante o primer maquinista), teniente (piloto o 2º maquinista), sargento (patrón, telegrafista o mecánico) o cabo (contramaestre o calderetero). En julio y septiembre de 1938 el Boletín Oficial del Instituto de Carabineros publico las listas del nuevo personal admitido y destinado a la Jefatura Central de Transportes. Del personal relacionado eran de origen vasco (en su mayoría vizcaíno) al menos 23 de los 39 capitanes, 17 de los 37 tenientes, 16 de los 44 sargentos y 13 de los 52 cabos escalafonados. También entre el personal sin graduación eran numerosos los carabineros vascos, llegando a un total de 200 los que ingresaron de esta forma (330).
7.3. Los Carabineros de Mar
Si la presencia de marinos vascos fue importante en la Marina Republicana, aun lo fue más en la Flotilla de Carabineros de Mar, una reducida y casi desconocida unidad, organizada a mediados de 1938, en un momento crítico para la República (329).
Después de la evacuación del Frente Norte se había presentado al Gobierno de Euzkadi, instalado entonces en Barcelona, un nutrido grupo de oficiales y marineros que había servido anteriormente en la Marina de Guerra Auxiliar o en la Marina Mercante vasca. El Gobierno Vasco puso enseguida este personal a disposición del Gobierno de la República. Durante un tiempo se realizaron gestiones para destinarlos a algún barco de la Armada, pero la Marina no se mostró receptiva a la idea. Las gestiones continuaron después ante otros departamentos del Gobierno. En abril de 1938, las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo por Vinaroz, cortando en dos el territorio republicano y aislando a Cataluña del resto del territorio leal. Entonces surgió la idea de organizar un servicio marítimo que permitiera enlazar las dos zonas y trasladar de una a otra personal, correspondencia oficial y algunos suministros.
El máximo impulsor de esta idea y de que se utilizara para este servicio a los marinos vascos sin destino fue el comandante Juan Victor Echevarria, un socialista bilbaíno, comisario político de la Dirección General de Carabineros. Echevarria consiguió que su propuesta fuera aceptada y el servicio se adscribió a la Jefatura Central de Transportes del Ministerio de Hacienda y Economía que dirigía en aquella época el comandante Julio Tomas de Rementería, bilbaíno también, quien sería sustituido a fines de 1938 por el coronel Manuel Fresno Urzay.
Los marinos vascos ingresaron entonces, a partir de mayo de 1938, en el Cuerpo de Carabineros, siendo asimilados en función de su categoría profesional a los grados de capitán (capitán mercante o primer maquinista), teniente (piloto o 2º maquinista), sargento (patrón, telegrafista o mecánico) o cabo (contramaestre o calderetero). En julio y septiembre de 1938 el Boletín Oficial del Instituto de Carabineros publico las listas del nuevo personal admitido y destinado a la Jefatura Central de Transportes. Del personal relacionado eran de origen vasco (en su mayoría vizcaíno) al menos 23 de los 39 capitanes, 17 de los 37 tenientes, 16 de los 44 sargentos y 13 de los 52 cabos escalafonados. También entre el personal sin graduación eran numerosos los carabineros vascos, llegando a un total de 200 los que ingresaron de esta forma (330).
En la imagen anterior, un interesantísimo apunte sobre los buques de Tabacalera en 1937.
Efectivos y organización.
Todo este personal, que en conjunto no llegaría a 500 hombres, pasó a tripular una pequeña flotilla de la que formaban parte:
• El yate Nere Ametza (331), el mayor de los buques de la flotilla, cuyo mando fue encomendado al capitán Nicolas Gabikagogeaskoa, de Elanchove.
• La lancha de vigilancia de la Tabacalera “I-1” (332) que había pertenecido antes a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Cataluña. Había sido construida precisamente en Euskalduna y la mandaba el capitan Ricardo Letamendia, de Bilbao.
• Varias lanchas tipo “C” de la Tabacalera, más pequeñas (333). Una de ellas la mandaba el teniente Francisco Larrea, de Bermeo, y otra -la C-17- el capitán Secundino Arguinchona, de Guernica.
• Unos cuantos motoveleros de entre 100 y 300 toneladas y de escaso andar. Entre ellos estaban el Margarita Taberner (334), que mandaba el capitán Pedro Ruiz de Loizaga, de Guernica; el Comercio (335), que mandaba el capitán Juan Endeiza, también de Guernica; el Arsenio Cañada (336), mandado por el capitán Felix Gorrino, de Busturia; el Cala Castell (337), mandado por el teniente Jose Arana, de Bermeo; el Cala Tramontana, el Cala Fornells, el Malvarrosa,...
• Varios yates y lanchas, generalmente destinados a vigilancia y servicios portuarios, como el Brabo (338) que mandaba el capitán Pedro Aranguena, de Bilbao.
Algunos de los barcos llevaban una o dos ametralladoras para defensa antiaérea, pero otros iban desarmados. A todos se les asignaba un numeral precedido de las siglas M.H.F. (Ministerio de Hacienda-Flota) (339). Las bases principales desde donde operaban estos buques estaban en Barcelona, sede de la Jefatura Central de Transportes, y Valencia, sede de la Subjefatura. Ademas había puestos en todas las poblaciones costeras importantes. En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, se ubicó el cuartel de Carabineros de Mar que acogía al personal de retén o en espera de destino.
Actividades de la Flotilla.
Desde julio de 1938 hasta el fin de la guerra, los Carabineros de Mar realizaron continuamente misiones de enlace y pequeño transporte por la costa levantina, además de las propias del Cuerpo de Carabineros, como vigilancia en los muelles, organización de la pesca, etc. En sus travesías, los buques de carabineros navegaban generalmente de noche para evitar los ataques de la aviación o de buques de superficie. Aun así, los viajes no estaban exentos de riesgos.
Una noche, cuando el Nere Ametza se dirigía de Barcelona a Valencia y acababa de pasar Tarragona, se topo con varios buques de la escuadra rebelde que se acercaron para reconocerle. El Nere Ametza izó la white ensign de la Reserva Naval británica y los buques se alejaron. Sin embargo, el capitán Gabikagogeaskoa no quedó muy seguro de haberles despistado y, como además aquel día apenas podían alcanzar más de 4 nudos por estar quemando un carbón muy malo de origen francés, decidió volver a Tarragona. Cuando ya se aproximaba a puerto divisó en el horizonte las luces de un bou armado franquista que se dirigía a su encuentro. Afortunadamente para el Nere Ametza, el bou estaba aún lejos y no pudo alcanzarle antes de entrar en Tarragona.
En todos los viajes no hubo la misma suerte. El 17 de octubre de 1938, el motovelero Arsenio Cañada iba de Barcelona hasta Aguilas para recoger un cargamento de aceite comestible cuando se topo con varios destructores enemigos y fue apresado por el Huesca. Antes de ser detenido el capitán ordeno arrojar por la borda el fusil ametrallador que llevaba el barco como único armamento.
En la fotografía anterior, dos carabineros de mar en Barcelona en el año 1938.
En otras ocasiones fue la aviación quien hostigó a los buques de carabineros. Como el 6 de enero de 1939, cuando el Margarita Taberner estuvo a punto de ser hundido por un hidroavión Cant Z 506B que le atacó después de rebasar Castellón. En aquel momento realizaba un viaje de Denia a Barcelona llevando algunos pasajeros militares y un cargamento de naranjas. El avión le hizo varias pasadas con fuego de ametralladoras y lanzándole pequeñas bombas, a lo que respondió el motovelero con sus dos ametralladoras antiaéreas. Afortunadamente las naranjas redujeron el efecto de las balas, y a pesar de sufrir averías importantes consiguió entrar en Barcelona.
La aviación causo además otras bajas a los Carabineros de Mar, en especial durante los frecuentes bombardeos del puerto de Barcelona realizados en los últimos meses de 1938. En uno de ellos quedo ligeramente averiado el Nere Ametza que tuvo que pasar en el dique un par de semanas. En otros bombardeos resultaron muertos varios carabineros, entre ellos el sargento Jesús Sanchez Basagoiti, de Algorta, cuando cumplía servicios de guarda en los muelles del puerto el 21 de octubre de 1938.
En la imagen anterior el crucero "C-15" de la CAT, gemelo del "C-17" y "C-18".
La caída de Cataluña y el final de los Carabineros de Mar.
A comienzos de enero de 1939, ante el avance de los rebeldes contra Cataluña, la Jefatura Central de Transportes se trasladó a Olot. Durante los últimos días de enero, los barcos de carabineros colaboraron en la evacuación de las localidades costeras. Varios de los buques se perdieron mientras participaban en estas labores, como la lancha “C-17” del capitán Secundino Arguinchona, que resultó hundida el 23 de enero durante uno de los últimos bombardeos de Barcelona. También el Comercio se perdió accidentalmente en Rosas en enero de 1939. El resto de los buques, entre ellos la lancha “I-1” y el Malvarrosa cargados de carabineros y de refugiados civiles pudieron llegar a Marsella en febrero de 1939 y quedaron allí internados. Muchos de estos recién llegados irían a parar al campo de concentración de St. Cyprien.
Después de la perdida de Cataluña la flotilla había quedado reducida al Nere Ametza que estaba entonces en Valencia, algún motovelero y lanchas menores. El yate fue a Alicante a cargar carbón y luego a Jávea. Allí tuvieron noticias de que la Flota Republicana había salido de Cartagena para no volver. La noche del 6 de marzo de 1939, después de recoger a algunas personas que querían escapar, y a la vista de que el final de la guerra parecía próximo, el Nere Ametza abandonó Jávea y se dirigió a la costa argelina. El 7 de marzo por la mañana entraba en Orán, mientras la Flota Republicana lo hacia en Bizerta el mismo día (340). Dos días antes había entrado también en Oran el Cala Castell. Los bombardeos de los puertos republicanos por la aviación franquista causarían las últimas bajas en la flotilla, como fue el caso de las lanchas “C-2” y “C-5” hundidas en Valencia.
Del personal de origen vasco en Carabineros de Mar solo quedaba ya un pequeño núcleo en la Subjefatura Central de Transportes. Algunos pudieron escapar a tiempo, otros prefirieron quedarse y fueron hechos prisioneros, como el capitán Carlos Intxausti, bilbaíno, jefe de la Sección de Suministros de la Subjefatura, que fue capturado cuando cayó Valencia el último día de la guerra. A la mayoría le esperaba aun un juicio y largas condenas de cárcel, cuando no la muerte.
La imagen anterior es la única de la que dispongo por el momento del crucero "C-VI", que debía ser similar a los "C-1", "C-2" y "C-5".
(332) Lancha de vigilancia de la Compañía Arrendataria de Tabacos (Madrid); construida en Bilbao, en los Astilleros Euskalduna, en 1923.De 128 TRB, 35’50 x 5’20 x 1’80 metros, alcanzaba los 13 nudos e iba armada con ametralladoras. La Jefatura Central de Transportes solicito también el 19-7-38 la entrega de la I-3 a la Marina, que no accedió por tenerla alistada como guardacostas V-33 de la Defensa Móvil Marítima. También tenía en servicio la Marina a la I-6 que luego transformaría en el V-34 de la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Baleares (SHA).
(333) Eran, al parecer, la C-1, C-2, C-3, C-5, C-17 y C-18, todas construidas en Inglaterra en 1922-23 salvo la C-17 que lo fue en España en 1925. Las C-1 y C-2 de 25 TRB, 20’50 x 3’90 x 2’00 metros y una velocidad de 8 nudos. Las C-3 y C-5 de 32 TRB, 20’00 x 4’03 x 2’00 metros y velocidad de 8 nudos. La C-17 de 36 TRB, 22’85 x 3’50 x 1’60 metros y 12 nudos de velocidad. La C-18 de 32 TRB, 22’80 x 3’40 x 1’60 metros y 12 nudos.
(339) Así, el Nere Ametza era el MHF-601, la I-1 era el MHF-525, los motoveleros pertenecían a la serie “7”: el Cala Castell era le MHF-707, el Margarita Taberner el MHF-713, el Cala Fornells el MHF-720,...
Efectivos y organización.
Todo este personal, que en conjunto no llegaría a 500 hombres, pasó a tripular una pequeña flotilla de la que formaban parte:
• El yate Nere Ametza (331), el mayor de los buques de la flotilla, cuyo mando fue encomendado al capitán Nicolas Gabikagogeaskoa, de Elanchove.
• La lancha de vigilancia de la Tabacalera “I-1” (332) que había pertenecido antes a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Cataluña. Había sido construida precisamente en Euskalduna y la mandaba el capitan Ricardo Letamendia, de Bilbao.
• Varias lanchas tipo “C” de la Tabacalera, más pequeñas (333). Una de ellas la mandaba el teniente Francisco Larrea, de Bermeo, y otra -la C-17- el capitán Secundino Arguinchona, de Guernica.
• Unos cuantos motoveleros de entre 100 y 300 toneladas y de escaso andar. Entre ellos estaban el Margarita Taberner (334), que mandaba el capitán Pedro Ruiz de Loizaga, de Guernica; el Comercio (335), que mandaba el capitán Juan Endeiza, también de Guernica; el Arsenio Cañada (336), mandado por el capitán Felix Gorrino, de Busturia; el Cala Castell (337), mandado por el teniente Jose Arana, de Bermeo; el Cala Tramontana, el Cala Fornells, el Malvarrosa,...
• Varios yates y lanchas, generalmente destinados a vigilancia y servicios portuarios, como el Brabo (338) que mandaba el capitán Pedro Aranguena, de Bilbao.
Algunos de los barcos llevaban una o dos ametralladoras para defensa antiaérea, pero otros iban desarmados. A todos se les asignaba un numeral precedido de las siglas M.H.F. (Ministerio de Hacienda-Flota) (339). Las bases principales desde donde operaban estos buques estaban en Barcelona, sede de la Jefatura Central de Transportes, y Valencia, sede de la Subjefatura. Ademas había puestos en todas las poblaciones costeras importantes. En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, se ubicó el cuartel de Carabineros de Mar que acogía al personal de retén o en espera de destino.
Actividades de la Flotilla.
Desde julio de 1938 hasta el fin de la guerra, los Carabineros de Mar realizaron continuamente misiones de enlace y pequeño transporte por la costa levantina, además de las propias del Cuerpo de Carabineros, como vigilancia en los muelles, organización de la pesca, etc. En sus travesías, los buques de carabineros navegaban generalmente de noche para evitar los ataques de la aviación o de buques de superficie. Aun así, los viajes no estaban exentos de riesgos.
Una noche, cuando el Nere Ametza se dirigía de Barcelona a Valencia y acababa de pasar Tarragona, se topo con varios buques de la escuadra rebelde que se acercaron para reconocerle. El Nere Ametza izó la white ensign de la Reserva Naval británica y los buques se alejaron. Sin embargo, el capitán Gabikagogeaskoa no quedó muy seguro de haberles despistado y, como además aquel día apenas podían alcanzar más de 4 nudos por estar quemando un carbón muy malo de origen francés, decidió volver a Tarragona. Cuando ya se aproximaba a puerto divisó en el horizonte las luces de un bou armado franquista que se dirigía a su encuentro. Afortunadamente para el Nere Ametza, el bou estaba aún lejos y no pudo alcanzarle antes de entrar en Tarragona.
En todos los viajes no hubo la misma suerte. El 17 de octubre de 1938, el motovelero Arsenio Cañada iba de Barcelona hasta Aguilas para recoger un cargamento de aceite comestible cuando se topo con varios destructores enemigos y fue apresado por el Huesca. Antes de ser detenido el capitán ordeno arrojar por la borda el fusil ametrallador que llevaba el barco como único armamento.
En la fotografía anterior, dos carabineros de mar en Barcelona en el año 1938.
En otras ocasiones fue la aviación quien hostigó a los buques de carabineros. Como el 6 de enero de 1939, cuando el Margarita Taberner estuvo a punto de ser hundido por un hidroavión Cant Z 506B que le atacó después de rebasar Castellón. En aquel momento realizaba un viaje de Denia a Barcelona llevando algunos pasajeros militares y un cargamento de naranjas. El avión le hizo varias pasadas con fuego de ametralladoras y lanzándole pequeñas bombas, a lo que respondió el motovelero con sus dos ametralladoras antiaéreas. Afortunadamente las naranjas redujeron el efecto de las balas, y a pesar de sufrir averías importantes consiguió entrar en Barcelona.
La aviación causo además otras bajas a los Carabineros de Mar, en especial durante los frecuentes bombardeos del puerto de Barcelona realizados en los últimos meses de 1938. En uno de ellos quedo ligeramente averiado el Nere Ametza que tuvo que pasar en el dique un par de semanas. En otros bombardeos resultaron muertos varios carabineros, entre ellos el sargento Jesús Sanchez Basagoiti, de Algorta, cuando cumplía servicios de guarda en los muelles del puerto el 21 de octubre de 1938.
En la imagen anterior el crucero "C-15" de la CAT, gemelo del "C-17" y "C-18".
La caída de Cataluña y el final de los Carabineros de Mar.
A comienzos de enero de 1939, ante el avance de los rebeldes contra Cataluña, la Jefatura Central de Transportes se trasladó a Olot. Durante los últimos días de enero, los barcos de carabineros colaboraron en la evacuación de las localidades costeras. Varios de los buques se perdieron mientras participaban en estas labores, como la lancha “C-17” del capitán Secundino Arguinchona, que resultó hundida el 23 de enero durante uno de los últimos bombardeos de Barcelona. También el Comercio se perdió accidentalmente en Rosas en enero de 1939. El resto de los buques, entre ellos la lancha “I-1” y el Malvarrosa cargados de carabineros y de refugiados civiles pudieron llegar a Marsella en febrero de 1939 y quedaron allí internados. Muchos de estos recién llegados irían a parar al campo de concentración de St. Cyprien.
Después de la perdida de Cataluña la flotilla había quedado reducida al Nere Ametza que estaba entonces en Valencia, algún motovelero y lanchas menores. El yate fue a Alicante a cargar carbón y luego a Jávea. Allí tuvieron noticias de que la Flota Republicana había salido de Cartagena para no volver. La noche del 6 de marzo de 1939, después de recoger a algunas personas que querían escapar, y a la vista de que el final de la guerra parecía próximo, el Nere Ametza abandonó Jávea y se dirigió a la costa argelina. El 7 de marzo por la mañana entraba en Orán, mientras la Flota Republicana lo hacia en Bizerta el mismo día (340). Dos días antes había entrado también en Oran el Cala Castell. Los bombardeos de los puertos republicanos por la aviación franquista causarían las últimas bajas en la flotilla, como fue el caso de las lanchas “C-2” y “C-5” hundidas en Valencia.
Del personal de origen vasco en Carabineros de Mar solo quedaba ya un pequeño núcleo en la Subjefatura Central de Transportes. Algunos pudieron escapar a tiempo, otros prefirieron quedarse y fueron hechos prisioneros, como el capitán Carlos Intxausti, bilbaíno, jefe de la Sección de Suministros de la Subjefatura, que fue capturado cuando cayó Valencia el último día de la guerra. A la mayoría le esperaba aun un juicio y largas condenas de cárcel, cuando no la muerte.
La imagen anterior es la única de la que dispongo por el momento del crucero "C-VI", que debía ser similar a los "C-1", "C-2" y "C-5".
(332) Lancha de vigilancia de la Compañía Arrendataria de Tabacos (Madrid); construida en Bilbao, en los Astilleros Euskalduna, en 1923.De 128 TRB, 35’50 x 5’20 x 1’80 metros, alcanzaba los 13 nudos e iba armada con ametralladoras. La Jefatura Central de Transportes solicito también el 19-7-38 la entrega de la I-3 a la Marina, que no accedió por tenerla alistada como guardacostas V-33 de la Defensa Móvil Marítima. También tenía en servicio la Marina a la I-6 que luego transformaría en el V-34 de la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Baleares (SHA).
(333) Eran, al parecer, la C-1, C-2, C-3, C-5, C-17 y C-18, todas construidas en Inglaterra en 1922-23 salvo la C-17 que lo fue en España en 1925. Las C-1 y C-2 de 25 TRB, 20’50 x 3’90 x 2’00 metros y una velocidad de 8 nudos. Las C-3 y C-5 de 32 TRB, 20’00 x 4’03 x 2’00 metros y velocidad de 8 nudos. La C-17 de 36 TRB, 22’85 x 3’50 x 1’60 metros y 12 nudos de velocidad. La C-18 de 32 TRB, 22’80 x 3’40 x 1’60 metros y 12 nudos.
(339) Así, el Nere Ametza era el MHF-601, la I-1 era el MHF-525, los motoveleros pertenecían a la serie “7”: el Cala Castell era le MHF-707, el Margarita Taberner el MHF-713, el Cala Fornells el MHF-720,...
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