Se nos refiere un castigo impuesto a bordo del místico del resguardo marítimo “Isabelita”, que si es tal como se nos dice no podrá menos de excitar la indignación de toda persona dotada de sentimientos de humanidad. Parece que por una levísima falta cometida por un muchacho, el segundo comandante mandó darle doce palos, cumpliéndose la orden por un cabo de guardia. Para más castigo se le puso de guardia encima de la toldilla del buque; y como si aún no bastase, el primer comandante, enterado cuando llegó al místico de lo que había ocurrido, dispuso que pusieran al muchacho sobre un cañón, mandó a dos cabos de guardia que lo amarrasen de pies y manos, formó la tripulación y ordenó que le diesen diez y seis rebencazos, por los cuales, después de llegar a tierra, ha tenido el muchacho, que se llama Manuel Gutiérrez, que recibir dos sangrías, encontrándose enfermo.
Y encima las sangrías, ¡ pobre muchacho !.
Extraído del periódico del partido liberal “Clamor Público”, en su número 984 de jueves 29 de julio de 1847.
Extraído del periódico del partido liberal “Clamor Público”, en su número 984 de jueves 29 de julio de 1847.
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