La finalidad de este blog no oficial, es intentar recuperar del olvido la historia del Servicio Marítimo de Vigilancia Aduanera. En memoria de todos aquellos que desde este pequeño, pero importante cuerpo, sirvieron a España a lo largo de siglos.
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sábado, 17 de abril de 2021

Mi amigo Coca.

 

Mi amigo “Coca”.

Antonio Alonso Coca no era conocido en el Servicio, ni por su nombre, ni por su primer apellido, aquí todo el mundo le conocía simplemente por “Coca”, su segundo apellido. Y cuando digo que se le conocía, es porque a finales del siglo XX el resguardo marítimo de Hacienda no contaba con muchos funcionarios por lo que casi todos nos conocíamos personalmente y si no de oídas.

Quizás fuera porque la palabra coca huele a mar, ya que así se llamaba a un tipo de nave del norte de cierto porte parecida a las naos. También a aquellas que rematan los galones de los marinos. Pero quizás el significado que más se asemejaba mi amigo Antonio era el de la coca o vuelta de un cabo que hace que este se resista a estar derecho, en banda o claro.


Mi amigo "Coca" en una foto que le hice a finales de los ochentas en el varadero de Ceuta en una varada el patrullero "LVR-XI".

Así era “Coca”, rebelde, protestón, no se callaba nada, sobre todo si algo le parecía injusto. Aunque después no era nadie, y a la hora de trabajar siempre se podía contar con él. A me gusta la gente así, que va de frente, que dice lo que piensa a la cara aunque no siempre te guste lo que escuchas, creo que esa es la mejor manera de afrontar las cosas. Un barco no es justamente un seminario, las formas son diferentes, aunque eso no quiere decir que la gente sea peor.

Era muy de izquierdas, y muy sindicalista, o al menos eso se creía él. A nuestro jefe de Ceuta que por entonces era un coronel, lo ponía de facha, y a mí de explotador. No le echábamos cuenta porque era de broma aunque pareciera que lo decía en serio. Porque luego cuando dejaba de ser marinero del Servicio, y pasaba a patrón de su traíña, de subordinado a jefe, había que verlo. Se ponía una gorra de visera azul, y los gritos se escuchaban en la otra punta del puerto. Su tripulación era de película, un alemán que vivía en el muelle, un desertor de la legión, un moro muy viejo, y otros parias de la leva de ese día. Un cuadro de comedias. Cuando salía a la mar con su traíña siempre maldiciendo a alguno de sus tripulantes, al pasar junto al patrullero nos metíamos con él para tirarle de la lengua y había que escucharle. Qué risa, parece que lo estoy viendo. Todo un personaje. Nunca le faltaba personal para embarcar porque tenía un gran corazón y repartía justamente.

Siento no poder expresarme lo suficientemente bien para que la gente se haga una idea de cómo eran aquellos tiempos. “Coca” siempre estaba de guasa aunque era raro verlo reír, un socarrón. Uno de sus pasatiempos preferidos era meterse con Pepe. José Ramos León alias “Zorio” era un hombre muy corpulento, enorme, criado en los barcos. Con unas manos curtidas por la mar, tan duras que un día le vi arrancar el quicio de una puerta sin más herramientas que sus propias manos. Se echaba al hombro el motor de cuarenta caballos de su bote como si tal cosa.


Esta foto está hecha en el mismo lugar y fecha que la anterior. El calafate, al que creo le decían "El Córdoba" aunque ya no me acuerdo bien, sentando o dando estopa a golpe de mallo entre las tablas del forro para carenar al casco. Después se le daba alquitrán y encima pintura. Es lo que hubo durante siglos.

Pues en esas noches de patrulla, cuando se aburría, le daba a “Coca” por meterse con el pacífico  “Zorio” llamándole cabezón y demás lindezas que no quiero recordar, hasta que lo sacaba de sus casillas. Imagínense la situación, patrullando por el Estrecho buscando objetivos con el radar, “Coca” picando al otro, y “Zorio” persiguiéndole por la banda dando vueltas al barco. Yo les llamaba al orden como si fueran dos niños chicos. Y los demás tripulantes muertos de risa, animando al uno y al otro. Un patio de comedias porque la cosa nunca iba a mayores. Se conocían de toda la vida.

Siempre le agradeceré que me enseñara infinidad de cosas. Yo venía de la Marina Mercante, acostumbrado a navegar en buques grandes o enormes como los super petroleros, y mi experiencia profesional en barcos pequeños era nula. Él conocía perfectamente todos los pesqueros de la zona, y por exclusión los que no pintaban nada por aquellas aguas. Un conocimiento muy importante en el trabajo de la represión del contrabando.

LA PESCA AL ARDA.

Una noche de verano, de calma, a poca máquina patrullábamos por la bahía Sur de Ceuta. Llamaron mi atención varias traíñas (pesqueros de cerco) que navegaban por la zona totalmente a oscuras cambiando de rumbo y velocidad con frecuencia. Coca se dio cuenta y sin yo preguntarle nada, me dijo: “Están buscando, están pescando al arda”.

Para pescar al arda se necesita poca luna, menos luces a bordo, buena mar y una cofa desde la que se pueda divisar los bancos de peces, melvas, bonitos, atunes, etc. que en estas condiciones producen luces o ardas en la mar al atravesar velozmente por aguas de plancton fosforescente. No disponían de equipos de sonda, y esta era una forma tan antigua como eficaz de calar las redes sabiendo por donde iba un cardumen.

La foto superior, aportada por su hijo Manuel Alonso, está tomada abordo de la "Sangual". Coca a la derecha de la imagen, y a su lado su íntimo amigo desde pequeño Antonio Parra Rodríguez que también se incorporó al Servicio en la misma fecha que Coca. Las otras dos personas me suenan mucho, pero no les pongo nombre.

EL “PEJERREY”.

Otra lección de mi amigo Coca. Empleaba con mucha frecuencia la palabra “pejerrey” a veces solo “peje”, y uno como es tan listo, piensa que el otro está empleando el vocablo “peje” incorrectamente como una deformación de “pez”. Pues de eso nada, uno es un ignorante que siempre tiene que aprender, porque la palabra “peje” existe en el diccionario, y significa lo mismo que “pez”. Él usaba mucho la palabra “pejerrey”, para referirse otra persona sin nombrarla, del mismo modo que cuando se usa la expresión “el figura este”, “el elemento este”, “el tío este”, “el fichaje”, etc. Hay así mil formas de referirse a alguien en el habla española, y “pejerrey” es otra, pero con sabor a mar.

Referirse a una persona como "el pejerrey este", no es nada peyorativo, incluso la intención puede ser la contraria, es decir, de admiración. En el Estrecho cuando te quieres referir a alguien para indicar que es una mala persona, dices que es un “marrajo” y todo el mundo te entiende. Ya si esa persona, es muy mala, mi amigo Coca decía “tiene la jié (hiel) reventá”. Que creo que no hace falta explicar.

Y hablando de marrajo, me viene otra de las muchas anécdotas de mi amigo Coca a la cabeza. Contaba que una noche andaba con otro en una patera y habían calado una “marrajera” en el Estrecho. En esto que enganchan un marrajo de ciertas dimensiones, y cuando lo tienen junto al costado, en vez de dejarlo en la borda para rematarlo, su colega demostrando poca experiencia, tira de él y lo mete, no sin esfuerzo, abordo. Era para escuchar a Coca contándolo, como si lo estuviera viviendo de nuevo, y nosotros muertos de risa con sus gestos y sus gritos, maldiciendo a su inexperto acompañante tal y como si aún lo tuviera delante. Pues resulta que el marrajo empezó a pegar latigazos y a revolverse para intentar morderlos, y ellos zafando como podían. Para colmo con los bandazos se les apagó la única luz de petróleo que llevaban y en la oscuridad no podían ver por dónde les venía el bicho. Contaba que acabaron los dos sentados en el espejo de popa, más por fuera que por dentro, hasta que el marrajo, dueño y señor de la patera, fue perdiendo resuello. No son las cosas que le pasaban, que también, sino cómo las contaba, todavía me estoy riendo cuando escribo estos párrafos. Con Coca no te aburrías, que buenos ratos.

EL TIEMPO EN EL ESTRECHO.

En el Estrecho de Gibraltar como es bien conocido, el estado del tiempo varía del resto de la zona circundante. Allí confluyen las aguas del Atlántico y el Mediterráneo, las corrientes de marea son de gran intensidad, al igual que el viento y se forman espesas zonas de nieblas locales. Hace años los partes meteorológicos no eran tan fiables como los de hoy en día, fallaban con frecuencia, y en la zona del Estrecho aún más. Para Coca aquella era su casa, y en el celaje y la mar barruntaba los cambios del tiempo. Y no se equivocaba. Recuerdo un día que salimos de Ceuta con la mar buena, y nos encontrábamos montando servicio de madrugada cerca de costa entre Marbella y Estepona. En un momento dado Coca que miraba para el cielo, me dice: “vámonos para casa que está refrescando el levante”.

Le eché cuenta porque confiaba en él, aunque donde estábamos no había viento ni mar. Pero en cuanto nos separamos de costa la mar ya venía arriba por momentos. Esos 2.000 caballos de la “HJ-III” a tope, hasta que tuvimos que moderar por la marejada. Cruzamos el Estrecho muy apurados, y no exagero. Aunque yo había navegado un par de años en los trasbordadores del Estrecho, una lancha rápida de 14 metros es otra cosa. Y hay que verse en esos casos para apreciar el tener a tu lado a una persona templada con experiencia. 

En la fotografía anterior el patrullero "HJ-III" en Ceuta allá por 1986. En la proa nuestro añorado José María Fornell Coello.

Ahora que miro esta foto la “HJ-III” atracada en Ceuta, me viene a la memoria otra anécdota de las miles de Coca. Es la última que cuento, no quiero ser pesado, pero tengo que contarla si no ya nadie la contará.

En aquellos tiempos atracábamos en la dársena pesquera siendo el ambiente muy cordial, estábamos muy integrados. Ahí lo mismo te encontrabas al de guardia ayudando a repasar el trasmallo de uno de los pesqueros, como a nuestro mecánico reparando el motor de otro, pues los pescadores no andaban nunca sobrados de dinero. Se colaboraba en todo aquello que se podía simplemente por amistad de muchos años.

Esa amistad y favores a veces te lo agradecían en especie. Resulta que los barcos de la almadraba atracaban al final de nuestro muelle, así que cuando hacían una “levantá” arribaban hasta los topes de pescado, melvas sobre todo, pero también bonitos, albacoras y demás especies. Luego al pasar a la altura del patrullero nos dejaban pescado para todos. Pero cuando estaba Coca de guardia, los de la almadraba cambiaban la operación. Esperaban a que se metiera en el interior del barco y aprovechaban entonces para tirarle el pescado en la proa al pasar. El otro que desde el interior del barco escuchaba el sonido del pescado al caer en la cubierta, salía hecho una fiera. Los nombraba a todos vociferando ”fulano métetelos por el….” y demás barbaridades. Los pescadores no se atrevían a darse la vuelta, pero iban partidos de risa y en la seguridad de que Coca no podía abandonar su puesto de guardia para ir tras ellos y darles la bronca. Cosas de la mar, por un lado te regalaban pescado, y por otro picaban a Coca para escucharlo, porque cuando el pescado caía a cubierta soltaba sangre que luego a Coca le tocaba limpiar baldeando.

Alguna vez que otra pude vivir uno de estos episodios, y luego me quedaba aguantar su enfado hasta que se enfriaba. Sé que a él en el fondo le gustaban estos sainetes, donde asumía su papel de protagonista enojado y podía así darle a tope a la mojarra. Unos y otros se conocían desde niños, amigos todos que luego coincidían en la cafetería del muelle pesquero jugando al dominó y las cartas. Que tiempos.

En la imagen superior el patrullero "Sangual", un barco con mucha historia.

La última anécdota. Una tarde a la puesta del sol llegué al patrullero para salir de servicio. Coca estaba en la popa del barco mirando hacia el Gobierno Militar donde se procedía a la ceremonia del arriado de la bandera. No me vio llegar. Estaba firme, aunque no cuadrado, no fuese que alguien conocido le viera. Me hizo mucha gracia y para escucharlo le dije: “¿y esto no es de fachas Antonio?”.  Y sin apartar la vista del frente me respondió emocionado: “Es la Legión Jesús, es la Legión”. Y allí en un dorado atardecer, no cuadrados pero si firmes, con todo el respeto del mundo hacia nuestra bandera escuchamos los dos el himno de España. Su hijo mayor pertenecía a la Legión y eso para él era muy grande. Hoy su hijo pequeño forma parte de la Guardia Civil, y sé que estaría igualmente muy orgulloso.

Navegando por las aguas de la vida te encuentras a muchos marrajos, pero a veces también tenemos la fortuna de compartir nuestra derrota con buenas personas. Doy gracias a Dios por haber disfrutado de la amistad de hombres irrepetibles como Coca, un buen amigo es una fortuna. Nunca olvidaré a mi amigo Antonio.

Don Antonio Alonso Coca nació en Ceuta el 20 de noviembre de 1939, tiempos muy duros recién terminada la Guerra Civil Española. De joven trabajó en la pesca y en la venta de pescado. Su nombramiento en el Servicio Especial de Vigilancia Fiscal fue el día 24 de abril de 1969, con número de registro personal 10A0067. Si mi memoria no me falla, estuvo embarcado en los patrulleros “Neblí” (una antigua Flugbetriebsboot o lancha de salvamento alemana de la Luftwaffe), “Sangual” (una "räumboot” de la marina de guerra alemana también como la anterior de la Segunda Guerra Mundial), “LVR-III”, “Roquero”, “HJ-III”, “LVR-XI” y “Alca-III”.

Este pequeño artículo se lo dedico a sus hijos, a los que agradezco que se pusieran en contacto conmigo, me alegró mucho saber de ellos. Sé que desde arriba vuestro padre se sentirá muy orgulloso de ustedes. Siempre a vuestra disposición, un abrazo.


1 comentario:

Txema Prada Sr. dijo...

Me ha encantado, Jesús, gracias por compartir con nosotros tus vivencias con tu compañero Coca, nos haces sentir envidia no haberle conocido